Para los cristianos, el Adviento es un tiempo de preparación para la venida de Jesucristo. El Adviento precede a la Navidad, la primera venida de Cristo a la Tierra, una época del año que asociamos de manera inmediata con sentimientos de paz y alegría. No obstante, si uno se fija en las lecturas de estas primeras semanas de Adviento, percibirá que el tono de las mismas es bastante más apocalíptico ("Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con gran poder y gloria." (Lucas 21, 25-28). Estas lecturas se refieren a la segunda venida, la parusía, al fin de los tiempos cuando Cristo se aparezca en gloria y majestad.
La muerte significa desaparición y es desgarradora desde el punto de vista afectivo. Es por esto por lo que el final de los tiempos, tanto el personal de cada uno como el de todo lo creado, es algo que siempre ha preocupado, incluso angustiado, al ser humano, el único ser vivo que sabe que va a morir ¿Cómo ve la ciencia y cómo ve la fe católica el fin de los tiempos? Veamos a continuación algunas ideas para dar respuesta a dichas preguntas.
- El final de los tiempos según la ciencia.
Cuando hablamos de final podemos referirnos al final de la especie humana o, en un plano mucho más general, al final de todo cuanto nos rodea. En el primer caso podemos encontrarnos con amenazas de muy diverso origen: biológico (pandemias ocasionadas por virus o bacterias con un número reproductivo R0 muy por encima de 1 y con una alta tasa de mortalidad), astronómico (por ejemplo, impacto de asteroides como el que acabó con la vida de los dinosaurios hace unos 65 millones de años y que produciría cambios severos en la climatología global de la Tierra), geológico (solidificación del núcleo terrestre, con la consiguiente debilitación o incluso desaparición del campo magnético que nos protege de las radiaciones de altas energías procedentes del espacio exterior, en particular del Sol) o incluso antropogénico (calentamiento global, contaminación, guerras nucleares,...). Pero, ¿qué hay del segundo caso? ¿qué nos dice la ciencia sobre "el final de todo"?
El modelo cosmológico propuesto por Lemaître a principio de la década de los años treinta del pasado siglo XX es la mejor intepretación que la ciencia tiene a día de hoy para explicar el pasado y el presente del universo. Según este modelo, el universo se expandió a partir de una singularidad inicial que dio origen a todo: materia, energía, espacio y tiempo. Durante décadas se pensó que la clave para entender el final del universo radicaba en la cantidad de materia que éste contenía y si ésta era lo suficientemente grande para frenar la expansión y empezar una compresión que desembocara en una nueva singularidad. Éste es el modelo que se conoce con el nombre de Big Crunch
No obstante, a finales del siglo pasado, dos equipos de investigación internacionales (the High-Z Supernova Search Team y el Supernova Cosmology Project) llegaron de manera independiente a un mismo resultado inesperado: el universo no se está frenando, sino todo lo contrario. Se está expandiendo de manera acelerada. El hecho de que la velocidad de expansión crezca con el tiempo implica que, no solamente la gravedad no es capaz de frenar dicha expansión, sino que debe de existir "algo" mas fuerte que la gravedad y que actúe de manera contraria a ésta, como una especie de "antigravedad". Ese "algo" recibe el nombre de energía oscura y su origen y propiedades es un gran misterio a día de hoy.
¿Cuál sería el futuro del universo si se confirma dicha aceleración? Todos recordamos los problemas de Física del bachillerato en donde se nos pedía calcular la velocidad de un movimiento uniformemente acelerado. Basta dejar correr el tiempo lo suficiente para obtener un valor enorme de la velocidad de expansión del universo. Llegados a este punto conviene recordar que lo que se expande no es la materia sino el propio espacio que la contiene. Esta expansión desbocada hará que, dentro de miles de millones de años, gran parte del cosmos que ahora vemos salga de nuestro universo observable para no volver nunca más. Salvo nuestra galaxia y su entorno cercano no habrá ningun cuerpo más que podamos observar. Además, sabemos que el proceso de "reciclado" del universo por el que las estrellas masivas explotan como supernovas ejectando material que posteriormente es usado para la formación de nuevas estrellas también está llegando a su fin. Aproximadamente, el 90% de las estrellas a formar durante toda la historia del universo se han formado ya. En unos 10 mil millones de años todas las estrellas de masa similar o superior al Sol se habrán convertido en cadáveres estelares (enanas blancas, estrellas de neutrones o agujeros negros). Las estrellas de menor masa vivirán, no obstante, más tiempo. Muy poco brillantes, estos objetos se apagarán de modo extraordinariamente lento... pero llegará el día en que también se apaguen.
Gráfica que muestra la tasa de formacion estelar (el ritmo al que se forman nuevas estrellas) en función de la edad de las galaxias. Se aprecia como, a medida que el universo v cumpliendo más años (rojo --> amarillo --> verde --> azul), el ritmo de formación de estrellas va siendo cada vez menor. Fuente: Atek et al. (2014)
El futuro es morir solos y en la oscuridad. Sin embargo, el final puede ser incluso más deprimente. Si el universo contiene suficiente energía oscura, se producirá lo que se conoce con el nombre de Big Rip. En este escenario, la gravedad es incapaz de mantener cohesionada la materia la cual se iría desintegrando en elementos cada vez más simples (átomos y partículas elementales). Según el Big Rip, dentro de unos 20 mil millones de años, el universo se reduciría solamente a radiación. Pero esto no quiere decir que el universo deje de existir. Seguirá habiendo "algo" y los conceptos espacio y tiempo seguirán siendo perfectamente válidos.
Miles de millones de años antes, la Astrofísica nos anuncia otro acontecimiento igualmente apocalíptico. Sabemos que las estrellas tienen, como los seres vivos, su propio ciclo vital (nacimiento, juventud, madurez, senectud y muerte) y los astrónomos conocen bastante bien la duración de cada uno de estos ciclos en función de la masa de la estrella. En el caso de nuestro Sol, lo siguiente que nos espera es un aumento de la luminosidad tal que, en unos mil millones de años, los océanos de la Tierra comenzarán a evaporarse dando lugar, muy probablemente, a un efecto invernadero que haga aumentar de manera descontrolada la temperatura en la superficie de nuestro planeta. Y esto no será nada más que el comienzo. Dentro de, aproximadamente, unos 5 mil millones de años el Sol se convertirá en una gigante roja En este proceso sus capas más exteriores se expandirán engullendo Mercurio, Venus y, probablemente, la Tierra.
Si somos lo suficientemente avanzados tecnológicamente quizás algunos privilegiados puedan escapar de la Tierra y emigrar a otro planeta antes de que ésta se destruya. Incluso, puestos a pensar, miembros de la especie humana podrían emigrar a otras galaxias en un momento dado. Las mejoras propuestas por el transhumanismo y el posthumanismo podrían alargar significativamente nuestra esperanza de vida. Pero todo esto no deja de ser sino una huída hacia delante. La creación, tal y como nos dice la ciencia, tiene fecha de caducidad y el final no será nada feliz.
- El final de los tiempos según la fe católica
Como comentaba anteriormente, saber si todo acaba con la muerte, con la de la Tierra o con la del universo es una de las preguntas fundamentales para la humanidad. La respuesta a dicha pregunta es necesaria para dar sentido a nuestras vidas tras la muerte y la de toda la humanidad tras el fin del universo.
La fe católica da una respuesta clara a la pregunta anterior. Nuestra vida no acaba aquí. Es más, aquí estamos solamente de paso, en tránsito a algo mucho mejor. Y todo gracias a la resurrección de Jesucristo. Y esto es algo tan importante que la Iglesia nos lo recuerda cada vez que recitamos el Credo durante la Misa: "y resucitó al tercer día, según las Escrituras y subió al cielo..."
Cristo resucitó tras su muerte. Ésta es la clave de la fe católica tal y como nos lo recuerda San Pablo: "si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación, vana vuestra fe" (1 Co 15, 14).
Pero la resurrección no acaba ahí. El propio Cristo nos anuncia que también nosotros resucitaremos: "No se turbe vuestro corazón. Creed en Dios y creed también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, no os lo habría dicho. Yo voy a prepararos un lugar. Y volveré otra vez para llevaros conmigo, a fin de que donde yo esté, estéis también vosotros". (Juan 14, 1-3).
Y si vamos a resucitar y tener otra vida, ¿cómo será esa "otra vida"? Nadie sabe la respuesta a este gran misterio. Sin embargo, la Iglesia nos ofrece unas pequeñas pinceladas sobre los aspectos más importantes de la misma.
- ¿Tendré cuerpo o seré un ser espiritual? Si tengo cuerpo, ¿qué clase de cuerpo tendré? ¿Se parecerá al terrenal? Si esto es así, ¿cómo es posible tras sufrir la corrupcion post-mortem?
- ¿Qué significa "vida eterna"?
- ¿Dónde viviré esa "vida eterna"?
- Orígenes: el universo, la vida, los humanos. José María Bermúdez de Castro, Carlos Briones Llorente, Alberto Fernández Soto. ISBN: 9788498928624 / 9788498928839 (formato electrónico)
- La ciencia contra Dios. Javier Pérez Castells. ISBN: 8412327411 / 8412327410 (formato electrónico).
- https://www.ted.com/talks/katie_mack_the_death_of_the_universe_and_what_it_means_for_life
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