domingo, 2 de septiembre de 2018

La ciencia, ¿conocimiento puro?

En numerosas ocasiones, desde grupos de opinión anti-religiosos, ateos o agnósticos, se argumenta que la ciencia es una fuente de conocimiento más pura que la religión ya que, mientras ésta (según estos grupos) intenta moldear la realidad para que esté de acuerdo con la existencia de un Creador, aquélla presenta los hechos tal y como son, de una manera totalmente objetiva e imparcial. 

No obstante, la realidad demuestra que esto no es así. La ciencia, como cualquier otra actividad humana, puede verse afectada por intereses de todo tipo: personales, económicos, políticos,... Basta pensar en las noticias que aparecen con cierta frecuencia en los medios de comunicación sobre plagios de trabajos científicos o descubrimientos espectaculares que resultan ser falsos.

Christopher M. Graney, en el blog de la Fundación del Observatorio Vaticano, nos habla de la presión que el poder político de la Unión Soviética ejerció sobre la comunidad científica durante los años 40 y 50 del pasado siglo para rebatir la idea del "Big Bang" y de un Universo en expansión. Así, por ejemplo, para contrarrestar la idea "burguesa y pro-religiosa" del Big Bang se animaba a la comunidad científica a "intensificar su trabajo en el campo extragaláctico para dar una explicación materialista al desplazamiento al rojo observado en el espectro de las galaxias".

Asimismo, en aquellos años, era posible encontrar declaraciones institucionales como las siguientes:

"Hoy, la ciencia burguesa proporciona apoyo a la iglesia y al fideismo con nuevos argumentos... La teoría, conocida en los países capitalistas como "la teoría del Universo en expansión", fue propuesta en los años 20 por el sacerdote belga Georges Lemaitre y se sustenta en el fenómeno astrofísico conocido con el nombre de "corrimiento al rojo"... El científico reaccionario Lemaitre y otros han hecho uso del "corrimiento al rojo" para reforzar la visión religiosa de la estructura del Universo... Los falsificadores de la ciencia quieren revivir el cuento de hadas del origen del Universo a partir de la nada".

"La crisis científica de Estados Unidos y de Europa occidental tiene su reflejo también en Astronomía. Como resultado de esto, la Cosmogonía, la rama de la Astronomía que estudia el origen y la evolución del Universo, se ha convertido en un repositorio de ideas absurdas y sin sentido que pretender restaurar la leyenda de la creación del mundo". 

La teoría del Big Bang, como cualquier teoría científica, tiene que ser confrontada con las observaciones. Solamente el cuidadoso análisis de datos observacionales por parte de la comunidad científica internacional y no los intereses partidistas de una determinada ideología puede confirmar o rechazar una hipótesis científica.

domingo, 5 de agosto de 2018

¿Bautizarías a un extraterrestre?


Ésta es la pregunta que realizaron a Guy Consolmagno, actual director del Observatorio Vaticano durante una rueda de prensa en Birmingham en el año 2010. Su respuesta: "Solamente si lo pide".

Lo primero que debemos dejar claro es que, hasta la fecha, no hay ninguna evidencia de que los extraterrestres existan y/o se hayan puesto en contacto con nosotros. Es curioso como, justamente estas últimas dos décadas que es cuando cualquier persona gracias a su teléfono móvil cuenta con una cámara para grabar un posible avistamiento, coincidan con una bajada del interés y la popularidad del fenómeno OVNI. Y esto sin contar el cada vez mayor número de astrónomos amateurs que, con una instrumentación cada vez más avanzada, escudriñan los cielos cada noche a lo largo y ancho del planeta Tierra.

Pero volvamos al tema principal de esta entrada. Ciertamente la respuesta de Guy es una salida ingeniosa a una "pregunta-trampa". Y es una pregunta trampa porque, si hubiera contestado afirmativamente, habria quedado como pretencioso ("quién te crees que eres para decirle a una civilización que puede ser incluso enormemente más avanzada que la nuestra lo que está bien y lo que está mal?") e incluso algo ingenuo. Al contrario, si la respuesta hubiera sido negativa, Guy estaría admitiendo tácitamente que nuestra fe sería un fenómeno "local", ceñido simplemente a la Tierra, algo que iría en contra de la universalidad de la Iglesia católica.

Por supuesto que la respuesta del director del Observatorio Vaticano representa una opinión personal y no es, ni mucho menos, la versión oficial de la Iglesia Católica (que, entiendo que con muy buen criterio, no se daría hasta que se presentara dicho caso), pero esta respuesta encierra algunas connotaciones teológicas que creo que merece la pena comentar. 

  • ¿Qué significa "querer ser bautizado"?
 Esto es un hecho interesante ya que implicaría conocer a Dios, saber que, por un determinado motivo (el pecado original en el caso de la humanidad), se encuentra lejos de ese Dios y que el Bautismo es el mecanismo que permite volver a acercarse a Él y empezar a vivir realmente como hijos suyos. El que un extraterrestre pidiera ser bautizado sería la prueba definitiva contra el materialismo defensor de la idea de que Dios es simplemente una "superstición local" en la que a ciertos humanos nos gusta creer para hacernos la vida más llevadera y no tener miedo (o tener menos miedo) a la muerte. Además implicaría que el extraterrestre es un ser inteligente, que tiene libre albedrío (es decir, es libre para elegir lo que quiere) y, lo que es incluso más importante, que sabe que necesita el Bautismo.


  • Aunque el extraterrestre quisiera el bautismo, ¿tendría derecho al mismo o es un Sacramento limitado a seres humanos y no a "extraños"?

De alguna manera, la pregunta de si los "seres extraños"  tienen derecho al Bautismo ya ha surgido en ocasiones anteriores a lo largo de la historia. Son conocidas, por ejemplo, las discusiones que mantenía San Pablo con el resto de los apóstoles en relación al bautizo de los gentiles. Un hecho similar lo volvemos a tener con el descubrimiento de América. ¿Eran los indios pobladores de estas tierras merecedores de recibir el sacramento del Bautismo? La respuesta es clara. En 1493, solamente un año después del descubrimiento, el Papa Alejandro VI reconoce mediante la bula  Inter Caetera la propiedad de las tierras recién descubiertas a los Reyes Católicos, a condición de enviar misioneros para convertir a las poblaciones descubiertas a "la fe católica".​ Es cierto que, en ocasiones, existieron abusos y se llegó a forzar a los indígenas a adoptar dicha fe pero no es menos cierto que, también en muchas ocasiones, esta medida se tomó para proteger a estas poblaciones contra los tratantes de esclavos que actuaban en América a pesar de las medidas que, desde el primer momento, se tomó por parte de la corona española para proteger los derechos de los indígenas, medidas que, a lo largo de los siglos, la tristemente famosa Leyenda Negra se ha encargado de ocultar.

  • ¿Cómo sabemos que el concepto que el extraterrestre tiene de Dios es similar al nuestro? 
 Buena pregunta con ingeniosa respuesta, esta vez de Paul Mueller, el otro co-autor del libro. Lo que Paul sugiere es invitarle a comer. Si para el extraterrestre sentarse a comer con un extraño no es motivo de escándalo sino que considera a dicho extraño como un igual a él, estamos en el buen camino. Llegados a este punto podría preguntarle si sería capaz de hacer algo por mí en caso de que yo estuviera en dificultades (parábola del buen samaritano) o, incluso, si sería capaz de morir por mí. Si las respuestas son afirmativas podríamos concluir con toda certeza que el extraterrestre claramente conoce la verdadera esencia de Dios: el Amor.


  • ¿El descubrir vida inteligente extraterrestre, reforzaría o rechazaría la existencia de Dios?
Ni una cosa ni otra. Los creyentes argumentarían a su favor que la existencia de vida extraterrestre sería una prueba fehaciente de la infinita creatividad de Dios, quien habría llenado el Universo de seres inteligentes. 

Por su parte, los no creyentes esgrimirían que, si realmente hay un gran número de civilizaciones en el Universo, sería altamente improbable que Dios escogiera justamente a nuestro planeta para encarnarse como ser humano.

El contra-argumento a este razonamiento es bien sencillo: sabemos que Dios se hizo hombre para permitirnos alcanzar la salvación eterna, pero no sabemos si otras civilizaciones extraterrestres (si existen) se encuentran en nuestra misma situación o viven en perfecta armonía con el Creador. La parábola de la oveja descarriada (Lc 15, 1-10) podría ser un excelente ejemplo para explicar este escenario. Personalmente prefiero esta idea a la aplastante responsabilidad que implicaría tener que ser los evangelizadores de todo el Universo siguiendo las palabras del propio Cristo: "Id y evangelizad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28, 19-20).

Resumiendo, si finalmente descubrimos que hay vida en otros planetas, si la vida es libre e inteligente, si dichos seres nos reconocen a nosotros como seres vivos igualmente libres e inteligentes, si se encuentran lo suficientemente cerca como para mantener una conversación con sentido sin que tengan que pasar miles de años entre una pregunta y su correspondiente respuesta, si conocen a Dios y lo que significa el Bautismo y si realmente lo necesita, entonces y sólo entonces, estaríamos en la necesidad de dar una respuesta a la pregunta que da título a esta entrada. Por el momento hay demasiadas condiciones por cumplir. Por el momento, solamente podemos elucubrar...

NOTA: Esta entrada está basada en ideas extraídas del capítulo 6 del libro "Would you Baptize an Extraterrestrial? (Consolmagno & Mueller)





domingo, 29 de abril de 2018

¿Puede la ciencia llegar a descubrir a Dios?

La ciencia es el mecanismo que tiene la humanidad para saber cómo funciona el Universo... no la razón última de por qué hay Universo. Por tanto, la ciencia NUNCA podrá llegar a descubrir a Dios puesto que escapa a su ámbito de estudio. Lo mismo ocurre con la dimensión espiritual del hombre.

Ante esto, dos son los caminos que se pueden elegir para descubrir a Dios: explorar la vía de la razón, la filosofía y la fe u optar por la vía materialista que defiende que todo aquello que la ciencia no puede demostrar, simplemente no existe. Varios son los argumentos que se han esgrimido en contra de este último planteamiento. Uno de ellos es la analogía del pescador propuesta por Karl W. Giberson: "Un pescador que pesca siempre con una red con agujeros de tres centímetros de grande, nunca pesca ningún pez que sea más pequeño que eso, pues los que hay se cuelan por el orificio. Al cabo de una serie de años concluye que no hay peces en el océano que midan un centímetro porque nunca los ha pescado. Pero el problema es su red, no la composición del océano.

Por otro lado, tal y como expone George V. Coyne, el principal problema con el que se enfrenta cualquier intento de explicar la existencia o ausencia de Dios desde un punto de vista científico es que todos ellos ven a Dios como una Explicación. Sin embargo, las Escrituras y la Tradición nos dicen que Dios es mucho más que eso. Es principalmente AMOR. Cuando Dios se encarnó no lo hizo para explicar el origen del Universo o el proceso de la evolución sino para transmitirnos que nos quiere hasta el infinito de manera individual a cada uno de nosotros y que ese mismo amor es que el tenemos que mostrar con nuestros hermanos. Y el amor es un concepto no cuantificable y, por tanto, escapa a los límites de la ciencia.

Las herramientas de la ciencia nunca van a descubrir a Dios. No se va a poder diseñar un experimento que permita decir «aquí está Dios» o verificar sus propiedades y características.