domingo, 1 de diciembre de 2019

La Universidad y la Iglesia Católica

Uno de los principales argumentos de los defensores del conflicto entre ciencia y fe es que la Iglesia siempre ha atacado a la ciencia por temor a perder su monopolio de la verdad. Nada más lejos de la realidad.

Las Universidades son un claro ejemplo de lo erróneo de este argumento. Las Universidades nacieron en el seno de la Iglesia como fruto de la evolución natural de las escuelas monásticas que surgieron hacia el siglo VI (y que fueron las principales garantes del conocimiento clásico y del desarrollo de las siete artes liberales) y de las escuelas palatinas y catedralicias que apareceron por todo el continente europeo tras Carlomagno. La relación tan intensa que existió durante siglos entre Iglesia y Universidad ha quedado plasmado en los símbolos de universidades tan prestigiosas como Oxford (la primera universidad de Inglaterra, con estudios desde el siglo XI), en cuyo escudo aparece una cita del Salmo 27: Dominus Illuminatio Mea ("El señor es mi luz"). 

 
                                     Escudo de la Universidad de Oxford 

Aunque desde el Renacimiento la Universidad ha experimentado un proceso de secularización evidente, la tradición de docencia universitaria de la Iglesia ha perdurado hasta nuestros días a través de las universidades católicas. 

El papel que deben jugar las universidad católicas en el siglo XXI se describe en la constitución apostólica (la norma de más alto nivel publicada por el Papa) Ex Corde Ecclesiae (S. Juan Pablo II, 1990).  Destacaremos a continuación algunos puntos de este documento pontificio:

  • Uno de los principales déficits de la enseñanza universitaria moderna es su excesiva compartimentación. Se suele tender a una súperespecialización en lugar de dar una versión holística de temas complejos. En particular, es obligación de la universidad católica considerar las componentes moral y espiritual de los nuevos avances en ciencia y tecnología.
      
    "7. En el mundo de hoy, caracterizado por unos progresos tan rápidos en la ciencia y en la tecnología, las tareas de la Universidad Católica asumen una importancia y una urgencia cada vez mayores. De hecho, los descubrimientos científicos y tecnológicos, si por una parte conllevan un enorme crecimiento económico e industrial, por otra imponen ineludiblemente la necesaria correspondiente búsqueda del significado, con el fin de garantizar que los nuevos descubrimientos sean usados para el auténtico bien de cada persona y del conjunto de la sociedad humana. Si es responsabilidad de toda Universidad buscar este significado, la Universidad Católica está llamada de modo especial a responder a esta exigencia; su inspiración cristiana le permite incluir en su búsqueda, la dimensión moral, espiritual y religiosa, y valorar las conquistas de la ciencia y de la tecnología en la perspectiva total de la persona humana".


  •   Las universidades católicas deben ser el entorno en donde sea mayor el compromiso del diálogo entre fe y razón.  
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    "17. Promoviendo dicha integración, la Universidad Católica debe comprometerse, más específicamente, en el diálogo entre fe y razón, de modo que se pueda ver más profundamente cómo fe y razón se encuentran en la única verdad. Aunque conservando cada disciplina académica su propia identidad y sus propios métodos, este diálogo pone en evidencia que la «investigación metódica en todos los campos del saber, si se realiza de una forma auténticamente científica y conforme a las leyes morales, nunca será en realidad contraria a la fe, porque las realidades profanas y las de la fe tienen su origen en el mismo Dios» La vital interacción de los dos distintos niveles de conocimiento de la única verdad conduce a un amor mayor de la verdad misma y contribuye a una mejor comprensión de la vida humana y del fin de la creación."
    "18. Puesto que el saber debe servir a la persona humana, en una Universidad Católica la investigación se debe realizar siempre preocupándose de las implicaciones éticas y morales, inherentes tanto a los métodos como a sus descubrimientos... Los hombres de ciencia ayudarán realmente a la humanidad sólo si conservan "el sentido de la trascendencia del hombre sobre el mundo y de Dios sobre el hombre".
    "23. Se insta a los estudiantes a adquirir una educación que armonice la riqueza del desarrollo humanístico y cultural con la formación profesional especializada". 
     
  • Las universidades católicas deben ser un instrumento para mejorar el mundo y un altavoz para denunciar injusticias.
    "32. La Universidad Católica, como cualquier otra Universidad, está inmersa en la sociedad humana...Sus actividades de investigación incluirán, por tanto, el estudio de los graves problemas contemporáneos, tales como, la dignidad de la vida humana, la promoción de la justicia para todos, la calidad de vida personal y familiar, la protección de la naturaleza, la búsqueda de la paz y de la estabilidad política, una distribución más equitativa de los recursos del mundo y un nuevo ordenamiento económico y político que sirva mejor a la comunidad humana a nivel nacional e internacional. La investigación universitaria se deberá orientar a estudiar en profundidad las raíces y las causas de los graves problemas de nuestro tiempo, prestando especial atención a sus dimensiones éticas y religiosas.
    Si es necesario, la Universidad Católica deberá tener la valentía de expresar verdades incómodas, verdades que no halagan a la opinión pública, pero que son también necesarias para salvaguardar el bien auténtico de la sociedad.