domingo, 29 de abril de 2018

¿Puede la ciencia llegar a descubrir a Dios?

La ciencia es el mecanismo que tiene la humanidad para saber cómo funciona el Universo... no la razón última de por qué hay Universo. Por tanto, la ciencia NUNCA podrá llegar a descubrir a Dios puesto que escapa a su ámbito de estudio. Lo mismo ocurre con la dimensión espiritual del hombre.

Ante esto, dos son los caminos que se pueden elegir para descubrir a Dios: explorar la vía de la razón, la filosofía y la fe u optar por la vía materialista que defiende que todo aquello que la ciencia no puede demostrar, simplemente no existe. Varios son los argumentos que se han esgrimido en contra de este último planteamiento. Uno de ellos es la analogía del pescador propuesta por Karl W. Giberson: "Un pescador que pesca siempre con una red con agujeros de tres centímetros de grande, nunca pesca ningún pez que sea más pequeño que eso, pues los que hay se cuelan por el orificio. Al cabo de una serie de años concluye que no hay peces en el océano que midan un centímetro porque nunca los ha pescado. Pero el problema es su red, no la composición del océano.

Por otro lado, tal y como expone George V. Coyne, el principal problema con el que se enfrenta cualquier intento de explicar la existencia o ausencia de Dios desde un punto de vista científico es que todos ellos ven a Dios como una Explicación. Sin embargo, las Escrituras y la Tradición nos dicen que Dios es mucho más que eso. Es principalmente AMOR. Cuando Dios se encarnó no lo hizo para explicar el origen del Universo o el proceso de la evolución sino para transmitirnos que nos quiere hasta el infinito de manera individual a cada uno de nosotros y que ese mismo amor es que el tenemos que mostrar con nuestros hermanos. Y el amor es un concepto no cuantificable y, por tanto, escapa a los límites de la ciencia.

Las herramientas de la ciencia nunca van a descubrir a Dios. No se va a poder diseñar un experimento que permita decir «aquí está Dios» o verificar sus propiedades y características.