domingo, 8 de noviembre de 2020

Se descubre agua en un cráter "católico" de la Luna

Hace pocos días, numerosos medios de comunicación llevaban a sus portadas el descubrimiento de agua molecular (H2O) en la superficie de la Luna.  Esta noticia puede chocar con la imagen inhóspita y árida que solemos tener de nuestro satélite en donde la ausencia de agua se explica por el propio proceso de formación de la Luna: el impacto con la Tierra hace 4500 millones de años de un cuerpo del tamaño de Marte. Los restos desprendidos de dicho impacto dieron lugar a la Luna y el calor generado durante todo el proceso destruyó cualquier vestigio de agua que pudiera existir. Esto, unido a la ausencia de atmósfera, la baja gravedad y las extremas temperaturas diurnas (más de 200ºC), hace que cualquier aporte de agua que pudiera haber llegado del exterior desaparezca rápidamente. A diferencia de otros cuerpos como Marte, el agua no ha fluido por la superficie de la Luna en ningún momento de su historia.

No obstante, en los últimos años el tema del agua en la Luna (al igual que el del agua en Marte) es recurrente y, cada cierto tiempo, los medios de comunicación nos hablan de un nuevo descubrimiento. En el caso de la Luna podemos distinguir hasta tres "tipos" distintos de agua:

  • Presencia de agua en las rocas lunares. Esto es conocido desde los años 70 del pasado siglo tras el análisis de las muestras lunares que trajeron a la Tierra los astronautas del proyecto Apolo o sondas como la soviética Luna24. No obstante, las cantidades de agua existentes en estas muestras son despreciables y no son ni mucho menos aprovechables. Eso sí, son suficientes para cuestionar algunos aspectos de la teoría del impacto que dio lugar a la Luna y que comentamos anteriormente.
  • Presencia de agua en los cráteres de los polos de la Luna. La posible existencia de agua en forma de hielo en estas zonas de sombra perpetua ya fue propuesta en 1961. No obstante, no fue hasta  2009 cuando un impactador liberado por la sonda «Lunar Crater Observation and Sensing Satellite» (LCROSS) liberó una pequeña cantidad de agua al espacio después de golpear una región en sombra del cráter Cabeus, cerca del polo sur lunar. En 2018, un reanálisis de los datos tomados por la sonda india Chandrayaan-1  demostró la existencia de hielo de agua en varias regiones de sombra cerca de los polos lunares. No obstante, otros estudios demostraron que la cantidad de agua no era tan grande como se había pensado (probablemente debido a modificaciones del eje de rotación de la Luna a lo largo de su historia, modificaciones que habría causado que los rayos solares incidieran directamente sobre estas zonas ocasionando la evaporación del agua existente).
  • Presencia de agua a diferentes latitudes de la superficie lunar. Los datos de Chandrayaan-1 ya indicaron la posible existencia de agua a diferentes latitudes. No obstante, la longitud de onda utilizada en dichas observaciones (3 micras) no era concluyente para distinguir entre agua molecular (H2O) e hidroxilo (OH). No ha sido hasta ahora cuando se ha confirmado de manera inequívoca la presencia de agua molecular. Lo que no se conoce de momento es si este agua se encuentra en forma de cristales o mezclada con el regolito.

La idea más aceptada sobre el origen del agua lunar es la del impacto de cometas y asteroides ricos en agua. Si el cráter originado tras el impacto presenta zonas que no reciben la luz del Sol, el agua en forma de hielo puede conservarse en las mismas durante miles de años. El hecho de que el eje de rotación de la Luna no sea exactamente perpendicular al plano de la eclíptica favorece la existencia de estas zonas de sombra no solamente en los polos sino también a diferentes latitudes. Otra hipótesis que también se maneja y que no sería excluyente con la anterior, se basa en la reaccion del hidrógeno del viento solar con el oxígeno de las rocas lunares.

 

 ¿Cómo se descubrió?

El agua fue detectada realizando observaciones de la Luna en el rango infrarrojo. La observación desde tierra en este rango de longitudes de onda es complicada ya que, por un lado, la mayor parte de la radiación infrarroja es absorbida por el vapor de agua y el dióxido de carbono de la atmósfera terrestre y, por otro lado, la propia atmósfera emite fuertemente a esas longitudes de onda pudiendo darse el caso de que el "ruido" producido por la radiación de la atmósfera sea mayor que la "señal" emitida por los objetos que se quieren observar. Es por esto por lo que los telescopios infrarrojos terrestres suelen ubicarse en la cima de montañas muy altas y en entornos muy secos. 

 

Observatorio Astronómico de Mauna Kea en Hawaii (www.telescopios.org)

 

No obstante, salvo unas pequeñas ventanas de observación, la atmósfera bloquea la mayor parte de la radiación infrarroja que llega a la Tierra. Para poder acceder a ella es necesario realizar las observaciones por encima de la atmósfera, desde satélites... o incluso aviones.

Opacidad de la atmósfera terrestre a difuerentes longitudes de onda (Fuente:Thomas Arny, © McGraw-Hill)

 

SOFIA es un observatorio astronómico "volante" ya que se encuentra ubicado en el interior de un Boeing-747. A alturas de 12000-13000 metros, más del 99%  de la atmósfera terrestre queda por debajo por lo que no supone un obstáculo para la realización de observaciones en el infrarrojo. SOFIA fue el observatorio que se utilizó en el reciente descubrimiento de agua en la Luna.

SOFIA (Stratosferic Observatory For Infrared Astronomy). El telescopio de 2.5 metros de diámtro se ubica en la compuerta que aparece abierta. (Fuente: Wikipedia).

 

¿Qué es lo que realmente se descubrió ? 

Tal y como se describe en el trabajo publicado en Nature Astronomy, se ha detectado una línea en el espectro infrarrojo de la Luna que solmente puede ser producida por agua molecular. Ningún otro compuesto existente en la superficie lunar puede ser el causante de dicha línea. La línea nos da, asimismo, información sobre la cantidad de agua existente: cuanto más prominente es la línea, mayor cantidad de agua existe. Este estudio estima una proporción de 200 microgramos por gramo de suelo lunar en la zona cercana al Polo Sur lunar donde se relizaron las observaciones. Esto implicaría que para obtener un litro de agua habría que juntar cinco toneladas de suelo lunar.

Línea a 6 micras producida por el agua molecular (H2O) descubierta en la Luna. (Fuente: Nature Astronomy )


 ¿Qué implicaciones tiene el hecho de que exista agua en la Luna?

La existencia de agua en la Luna tiene una enorme importancia para las futuras misiones tripuladas a la Luna como, por ejemplo, las programadas dentro del programa ARTEMIS o para la ubicación de una base permanente en suelo lunar. El agua podría utilizarse no solamente para beber sino como combustible para posibles viajes espaciales desde la Luna a otros planetas como Marte (el hidrógeno y el oxígeno son los elementos utilizados en los combustibles de los cohetes), para respirar o para transformar energía térmica en energía mecánica a través de máquinas de vapor.

El hecho de que se haya confirmado la existencia de depósitos de hielo de agua es muy interesante ya que la obtención de oxígeno e hidrógeno se puede realizar mediante un sencillo proceso de hidrólisis mientras que la obtención de dichos elementos a partir de grupos hidroxilos mezclados con el regolito lunar requiere de técnicas mucho más complejas.

 

¿Dónde se descubrió ? 

El cráter Clavius es un enorme agujero de más de 200 kilómetros de diametro situado cerca del polo sur lunar. Constituye el segundo cráter más grande de la superficie visible de la Luna. Tal y como se puede apreciar en la fotografía que se muestra a continuación, la superficie del cráter se encuentra a su vez horadada por impactos posteriores.

 
Crater Clavius (fuente: Wikipedia)

 

Ubicación del crater Clavius en la superficie lunar (fuente Wikipedia).


¿Clavius? ¿Qué o quién es Clavius?

No es "qué" sino "quién". Christophorus Clavius (1538-1612) fue un sacerdote, matemático y astrónomo alemán conocido principalmente por sus aportaciones a la reforma del calendario (el paso del calendario juliano al calendario gregoriano), reforma que tuvo lugar a finales del siglo XVI. 

 

Christophorus Clavius (fuente Wikipedia).
 

No obstante, Clavius no es el único religioso católico cuyo nombre sirve como denominación de un accidente geográfico lunar. Hasta 35 cráteres lunares tienen nombres de jesuitas. Incluso el primer gran mapa lunar, en donde por primera vez se utilizaron nombres de científicos o personalidades prominentes para identificar las montañas o los cráteres, fue elaborado en el siglo XVII por un sacerdote jesuita (Giovanni Riccioli). 

El significativo número de cráteres con nombres de jesuitas nos da idea del papel fundamental que la Compañía de Jesús jugó durante siglos en el desarrollo de la Astronomía. Jugó y sigue jugando ya que sigue habiendo astrónomos jesuitas, encargados de gestionar el Observatorio Vaticano  y generar nuevos descubrimientos científicos en muy diversas disciplinas astronómicas que incluyen el estudio de meteoritos y asteroides, el nacimiento y evolución de las estrellas o las teorías sobre gravedad cuántica y su aplicación a la cosmología. 

Una vez maś se demuestra que ciencia y fe pueden ir de la mano para acercarnos al conocimiento de la verdad.

 

Para saber más

  • Una muy interesante historia del agua en la Luna se puede encontrar aquí.

domingo, 1 de noviembre de 2020

¿Por qué el relato de la creación que describe la Biblia es tan diferente a lo que nos cuenta la ciencia? ¿A quién debemos creer?

La pregunta que da título a esta entrada es la obvia que surge a poco que uno haya leído los dos primeros capítulos del Génesis y haya oído alguna noticia acerca de los avances sobre el origen y la evolución del Universo. El número de discrepancias entre las dos versiones es tan elevado que uno podría pensar que se enfrenta a un dilema, de tal manera que la aceptación de una de las posturas, bien la de la ciencia, bien la de la Biblia,automáticamente implicaría el rechazo de la otra. 

Veamos, sin embargo, que esto no tiene que ser así y que ambos relatos son perfectamente compatibles.

 

¿Qué nos dice la Cosmología sobre el origen del universo?

A fecha de hoy, el modelo que mejor explica los primeros instantes del universo es el modelo del Big Bang. Según este modelo, la materia, la energía, el espacio y el tiempo surgieron a partir de una singularidad hace unos 13 800 millones de años. En dicha singularidad la temperatura y la presión son infinitas y las leyes de la física que conocemos carecen de sentido.

No pretendo, ni mucho menos, dar una descripción detallada de la historia, logros y retos del modelo del Big Bang. Tan sólo citaré un par de detalles curiosos. 

  • Aunque el concepto de "gran explosión" puede ser adecuado como símil para visualizar de manera intuitiva el origen del universo, este concepto presenta grandes diferencias conceptuales con lo que realmente ocurrió. En una explosión se produce un movimiento rápido de la materia en un espacio preexistente a partir de un punto central. Ni materia ni espacio existen en el momento del Big Bang. 
  • La física nos permite entender con relativa seguridad los eventos que han ocurrido desde que el universo tenía aproximadamente una billonésima de segundo. Antes de eso pudo producirse una expansión exponencialmente rápida denominada inflación. Pero esto es solamente una teoría. Antes incluso, en la época de Planck (10⁻⁴³ segundos), los efectos cuánticos dominaban a todas las escalas y no podemos entenderlos por carecer de una teoría válida que combine cuántica y relatividad. Por tanto, la física actual y el modelo del Big Bang no nos permite abordar el instante inicial pero sí entender bastante bien todo lo que ocurrió a partir de una billonésima de segundo hasta la actualidad. 

 

¿Qué nos dice la Biblia sobre el origen del universo?

En comparación con el relato científico, la descripción de los primeros instantes del universo según la narración de hechos que se describe en la Biblia (por ejemplo, el relato de la creación en seis días que se describe en Génesis 1), se nos antoja simple e incluso con un cierto aroma a cuento infantil. 

Podríamos pensar, por tanto, que la balanza se decanta claramente a favor del relato científico. No obstante, esto sería un error ya que la comparación se realiza en base a una premisa equivocada: la Biblia NO es un libro de ciencia y, por tanto, no podemos leer el Génesis como si de un libro científico se tratara. 


 ¿Por qué la Biblia no es un libro científico y, por tanto, no podemos leerlo como tal?

Veamos a continuación tres aspectos que nos indican esta realidad.

  •  La Biblia no es un libro científico porque carece de rigor científico en la descripción de los fenómenos físicos. Basta con una lectura rápida al primer relato de la creación para identificar incongruencias evidentes:
    • Dijo Dios: "Haya luz", y hubo luz. Vio Dios que la luz era buena y separó Dios la luz de la tiniebla. Dios llamó a la luz "día" y a la tiniebla la llamó "noche". Hubo tarde y hubo mañana: día primero (Gen 1:3-5)
    • Dios hizo las dos grandes lumbreras -la lumbrera mayor para regir el día, y la lumbrera menor para regir la noche- y las estrellas. Hubo tarde y hubo mañana: día cuarto.(Gen 1:16,19) 
¿Cómo es posible que el primer día hubiera "día" y "noche" si el Sol, la Luna y las estrellas no se crearon hasta el cuarto día?
 
    • Dijo Dios: "produzca la tierra hierba verde, plantas con semilla y árboles frutales. Hubo tarde y hubo mañana: día tercero (Gen 1: 11,13) 
 Al igual que antes parece cuando menos extraño hablar de la creación de los seres vegetales el tercer día cuando el Sol no se crea hasta el cuarto día. ¿Cómo se podía realizar el proceso de fotosíntesis en ausencia de sol?

Las discrepancias no acaban aquí ya que, en realidad, no hay un único relato de la Creación sino dos. En Génesis 2 se nos habla de una secuencia temporal totalmente distinta a la de Génesis 1. En el segundo relato, Dios crea primero al hombre y posteriormente el entorno donde viviría (el jardín del Edén), a los animales y, finalmente, a la mujer. 

Desde el punto de vista del rigor científico, estos dos relatos caen por su propio peso. Sería como si se tomara un libro de Física, en una página apareciera una fórmula para la atracción gravitatoria entre cuerpos y, en la página siguiente, una fórmula totalmente distinta. No daríamos ningún tipo de credibilidad a dicho texto. Pero, recordemos: la Biblia no es un libro científico.
  • La Biblia no es un libro científico porque no tiene "fecha de caducidad". Pensemos en un libro de cirugía escrito en el siglo XIX. Muy probablemente los conceptos básicos sean correctos pero las técnicas descritas habrán quedado obsoletas desde hace décadas. El libro podrá ser una pieza de museo pero, con toda seguridad, no se utilizará como libro de texto en ninguna Facultad de Medicina del mundo. Por el contrario, el mensaje de la Biblia es tan válido ahora como en la época de Cristo o cuando Moisés bajó del monte Sinaí con las Tablas de la Ley.
  • Y, finalmente, la Biblia no es un libro científico simplemente porque,en la época en la que fue escrita, el concepto de científico (al igual que el de móvil, lavadora, wifi o cualquier otro que podamos imaginar) simplemente no existía. Hay que esperar a la primera mitad del siglo XIX para que aparezcan los primeros científicos tal y como los entendemos en la actualidad, esto es, profesionales que se dedican al estudio de los fenómenos de la naturaleza utilizando el método científico.  
 Los relatos de la Creación que aparecen en el Génesis tienen como principal objetivo transmitir verdades religiosas y no científicas. Hay que tener en cuenta el contexto social e histórico en el que, muy probablemente, tuvo lugar la escritura de los relatos del Génesis: el exilio de Babilonia (siglo VI a.C), en donde el ambiente altamente paganizado que se respiraba representaba una clara amenaza para la continuidad de las tradiciones judías. Por tanto, la principal preocupacion de los sacerdotes judíos era religiosa y no física o biológica. No podemos leer el Génesis en dichos términos.
 
Los propios escritores del Génesis eran plenamente conscientes de que el segundo relato entraba en clara contradicción con el primero. Y esto es así porque, para ellos, el relato de la creación no es una mera descripción de hechos sino que, a través de un relato simbólico, se rebelaba algo mucho más profundo y grande.
 
 

 Entonces, ¿qué nos enseña la Biblia y qué nos enseña la ciencia? 

El relato de la Creación que nos narra la Biblia nos enseña que:
  • Existe un creador (Dios).
  • El hombre tiene un papel privilegiado en la historia de la creación: ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Eso le confiere un valor infinito a su dignidad y a su vida.
  • El hombre, haciendo un mal uso de su libertad, decidió separarse de Dios pero la Biblia nos muestra el camino para volver a Dios.
     
  • La creación es el resultado de un plan inteligente. El Universo existe para que haya vida y vida racional hecha a imagen y semejanza de Dios.
  • La creación es un proceso ordenado que sigue unas reglas. De hecho, gracias a los fenómenos de la naturaleza se rigen por reglas, es posible que exista ciencia.
  • Observando el cielo, el hombre se dio cuenta de que había cinco astros (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno) que no seguían la inmutable periodicidad del resto de los cuerpos celestes lo que hizo que fueran considerados como dioses por ciertas cosmogonías de la antigüedad. Por el contrario, la Biblia nos dice que nada de lo existente en la naturaleza es un dios en sí mismo sino creaciones de Dios. Esto podría explicar por qué la creación del Sol y la Luna se retrasa hasta el cuarto día.

Nada de lo anterior puede ser demostrado por la ciencia a través del método científico. 

Por su parte, la ciencia explica cómo son y cómo funcionan las cosas y se esfuerza en desentrañar las leyes de la naturaleza. Nada de este conocimiento se puede alcanzar a través de la Biblia. 

Por tanto, no hay contradicción entre ciencia y fe. Ambas disciplinas dan respuestas a preguntas distintas. Así se ha expresado la Iglesia Católica durante décadas como lo demuestran, por ejemplo, los siguientes documentos papales:

“Al no ser el fin de la revelación enseñarnos la constitución material del Universo, la Biblia habla de estas cuestiones con frecuencia utilizando un lenguaje figurado, adecuado al modo común de percibir los fenómenos.”  

                    (Encíclica Providentissimus Deus, León XIII, 1893)

 

"La cosmogonía y la cosmología han suscitado siempre un vivo interés entre los pueblos y en el campo de las religiones. La Biblia misma nos habla del origen del universo y de su constitución, no para ofrecernos un tratado científico, sino para señalar las justas relaciones del hombre con Dios y con el universo. La Sagrada Escritura quiere decir sencillamente que el mundo ha sido creado por Dios y, para enseñar esta verdad, se expresa con los términos de la cosmología usual en tiempos del que escribe. Por otra parte, el libro sagrado quiere hacer saber a los hombres que el mundo no ha sido creado como morada de los dioses, tal como lo enseñaban otras cosmogonías y cosmologías, sino que ha sido creado al servicio del hombre y para gloría de Dios. Cualquier otra enseñanza sobre el origen y la formación del universo es ajena a las intenciones de la Biblia, la cual no quiere enseñar cómo ha sido hecho el cielo, sino cómo se va al cielo".

            (Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias, S. Juan Pablo II 1981)

 

"La Biblia no quiere enseñar cómo ha sido hecho el cielo, sino cómo se va al cielo". No hay mejor manera de concluir esta entrada del blog.   

 


martes, 29 de septiembre de 2020

¿Se alejan los jóvenes de la Iglesia por culpa de la ciencia?

 En el blog de la Fundación del Observatorio Vaticano se puede encontrar un interesante artículo de Christopher Graney  acerca del impacto que puede tener la ciencia en la tasa de abandono de la Iglesia por parte de los jóvenes. El contenido de esta entrada es un pequeño resumen de dicho artículo.

El artículo se basa en los resultados de un estudio realizado en Estados Unidos entre 204 jóvenes, con edades comprendidas entre 15 y 25 años, que se habían considerado católicos en el pasado pero que ya no lo eran en el momento de realizar la encuesta. La encuesta identifica 24 factores y, para cada uno de ellos, los encuestados tenían que decir en una escala de 1 a 4 cómo de importante había sido para ellos dicho factor en su abandono de la Iglesia Católica. 

Mientras que la causa más votada fue "dejar de creer en lo que la Iglesia enseña", es de destacar que el cuarto argumento más votado fue "las enseñanzas de la Iglesia entran en conflicto con mis creencias científicas". Sorprendentemente, este hipotético conflicto con la ciencia aparece en la clasificación por encima de otros motivos como "dejar de creer en Dios", "reacción ante las noticias de abusos sexuales por parte de miembros del clero" o "una tragedia personal me alejó de Dios".

Tomando los resultados de este estudio con todo tipo de cautelas (la muestra es pequeña y no se sabe cómo de representativa es de la población joven que ha abandonado la Iglesia, el estudio se realizó en Estados Unidos, no tenemos una estimación del grado de reproducibilidad del estudio, esto es, la repetición del estudio pero cambiando el orden en la lista de factores o, simplemente, formulándolos de manera ligeramente distinta), es significativo que un hipotético conflicto entre ciencia y fe sea uno de los argumentos que aparece en los primeros puestos del escalafón. 

Si bien en la gran mayoría de los argumentos la experiencia personal juega un papel relevante (si una persona se aleja de Dios por culpa de una tragedia personal se podrá argumentar acerca del sentido del sufrimiento en el mundo y de las posibles razones por las que Dios lo permite, pero es perfectamente entendible que la persona haya sufrido una crisis de fe por ese dolor), éste no es el caso para el alejamiento de la Iglesia por culpa de la ciencia ya que el supuesto conflicto está basado en una serie de tópicos que pueden ser desmontados perfectamente desde la argumentación basada en hechos objetivos.  El problema es que la idea del conflicto se encuentra tan extendida entre la sociedad que se acepta como real.

Si los jóvenes piensan que la Iglesia tiene un problema con la ciencia y esto es motivo de alejamiento, entonces el verdadero problema de la Iglesia es no saber transmitir el mensaje de que ciencia y fe son perfectamente compatibles. Sirva esta entrada de blog como modesta aportación a esta causa.


domingo, 6 de septiembre de 2020

Teoría de la evoución. Diálogo entre Richard Dawkins y George Coyne

Con motivo del 200 aniversario del nacimiento de Charles Darwin y del 150 aniversario de la publicación del libro "el origen de las especies", en 2009 Richard Dawkins realizó una entrevista a George Coyne centrada en el tema de la evolución. Esta entrevista constituye un excelente ejemplo de debate respetuoso y de alto nivel entre dos opiniones de pensamiento distintas. Todo un oasis en estos tiempos donde el debate zafio y, en ocasones, chabacano es moneda de uso común.

La entrevista se encuentra dividida en 7 videos en Youtube, cada uno de unos 10 minutos de duración. El enlace al primero de ellos (desde donde se puede enlazar a los siguientes) es:

 https://www.youtube.com/watch?v=po0ZMfkSNxc

 A continuacion menciono alguno de los temas e ideas tratadas durante la entrevista. Sirva esto como aperitivo para que el lector se anime a ver la serie de videos.

  • Coyne: En el momento presente, la mejor explicación científica que tenemos sobre el origen de los seres vivos la proporciona la teoría de la evolución neodarwinista, esto es, la teoría de Darwin junto con lo que han aportado los estudios de Genética. Y esto no entra en conflicto con ninguna afirmación doctrinal o teológica de la Iglesia Católica. 
  • Coyne: Prefiero utilizar la expresión "la mejor explicación científica" antes que el término "teoría" ya que éste, en inglés americano, suele estar asociado a una mera idea. Y la teoría de la evolución neodarwinista es mucho más que una mera hipótesis tal y como expuso el papa Juan Pablo II en su discurso a la Academia Pontificia de las Ciencias el 22 de octubre de 1996. 
  • Dawkins: Sin embargo, el cardenal Schönborn, arzobispo de Viena, no parece estar de acuerdo con esta idea. 
    • Caso Schönborn: Surge a raíz de la publicación en The New York Times de un artículo titulado «Finding Design in Nature». Según ciertas interpretaciones, en este texto el cardenal sostendría que es un error afirmar que la doctrina católica es compatible con la teoría neodarwinista de la evolución.
    • Coyne: El principal problema con el artículo del New York Times se debe a la dificultad de condensar una materia compleja en un artículo peridístico, lo que puede dar lugar a malas interpretaciones. La postura del cardenal Schönborn quedó claramente definida en la serie de seis catequesis sobre las relación entre creación y evolución,  impartidas en la catedral de Viena entre octubre de 2005 y marzo de 2006 y  recogidas en su libro Casualidad o propósito.  En dicho libro, el cardenal distingue entre "evolución", entendiendo como tal la mejor explicación científica del origen del hombre y "evolucionismo", entendiendo como tal la ideología que sugiere tomar la mejor explicación científica y extrapolarla a ámbitos fuera de la ciencia, reduciendo al ser humano a su componente puramente material. El ser humano es mucho más de lo que la ciencia puede descubrir utilizando el método científico. La poesía, la literatura, las manifestaciones artísticas o la religión son algunas de las manifestaciones humanas que no pueden ser explicadas por la ciencia y que dan una visión del hombre mucho más rica y completa de lo que la ciencia puede dar. 
  • Dawkins: Hay muchos científicos que piensan que no hay nada sobrenatural en el hombre. 
    • Coyne: Cualquier persona, sea científico o no, puede aceptar o rechazar lo sobrenatural pero lo que no es cierto es que la ciencia, basándose en el método científico, pueda rechazar lo sobrenatural. 
  • Dawkins: Si la ciencia no puede negar la existencia de algo en base a la ausencia de evidencias positivas, entonces la ciencia no puede negar tampoco la existencia de hadas.
    • Coyne: El término "evidencia positiva" es la clave aquí. Por supuesto que hay "evidencias positivas" de lo sobrenatural pero trasciende el marco de lo puramente científico que, por metodología, está limitado a explicar los fenómenos naturales producidos por causas naturales. 
  • Dawkins: ¿Cuáles son las evidencias de las que habla?
    • Coyne: La tradición judeo-cristiana plasmada en la Biblia expresa toda una idea que, puede ser aceptada o rechazada, pero no puede ser explicada de manera científica. Y cuando uno estudia y profundiza en la Biblia, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia no ve nada incoherente, nada que vaya en contra de la racionalidad humana.
  • Dawkins:  Además de la tradición judeo-cristiana, existen otras como pueden ser el budismo o el islamismo, por citar solamente un par. ¿Cómo decidir cuál es la correcta? 
    • Coyne: La historia de cada persona juega un papel fundamental para dar respuesta a esta pregunta. Yo he crecido en una familia católica, fui alumno en colegios católicos. En mi época universitaria estudié ciencias, En mi vida adulta me planteo mis creencias y mis estudios y no solamente no encuentro ninguna inconsistencia sino que además veo coherencia entre ellos. 
  • Dawkins: Si nuestras creencias están condicionadas por nuestra historia personal, ¿esto no pone en duda su propia validez? Según esto las creencias musulmanas que contradicen las católicas serían igualmente válidas porque forman parte de las historia personal de los creyentes de dicha religión. 
    • Coyne: Ésta es una pregunta de difícil respuesta. En mi opinión también es posible encontrar ingredientes de Dios en las otras religiones.
  • Coyne: No se puede leer el Génesis como si fuera un libro de ciencia. Por ejemplo, las dos descripciones de la creación no son exactamente iguales lo que chocaría en el marco de un análisis científico. Asimismo, es posible encontrar aparentes incoherencias como el hecho de que la luz se creara el primer día pero la Luna y el Sol no fueran creados hasta el cuarto día. 
  • Coyne: La Biblia fue escrita desde el segundo milenio antes de Cristo hasta finales del siglo I de nuestra era. La ciencia moderna comienza hace solamente unos pocos siglos. Teniendo en cuenta este enorme desfase de fechas es fácil concluir que no puede haber ciencia en las Escrituras. Las personas que escribieron la Biblia no tenían ninguna mentalidad científica. Asumir que la creación se realizó en seis días es un tremendo error. 
  • Coyne: Lo que el Génesis nos quiere transmitir con los relatos de la creación es que hay un creador (Dios) que creó por amor y que la creación es algo estructurado (y, por tanto, se puede estudiar a través de leyes, lo que permite el nacimiento de la ciencia). 
  • Dawkins: ¿Cómo actúa Dios en la Creación? 
    • Coyne: Dios crea el Universo pero no es como un relojero que hace un reloj y se desentiende de él. Si fuera así no tendría sentido hablar de la Providencia divina. Tampoco es un ingeniero que tiene que retocar sucesivamente el diseño original para mejorarlo. Dios sigue actuando en el mundo pero, en la inmensa mayoría de las ocasiones, a través de causas segundas, respetando la independencia de sus leyes. 
    • Coyne: Desde el punto de vista filosófico, Dios es la respuesta a diferentes preguntas ya planteadas desde la Grecia antigua: la causa incausada, el primer motor... No obstante, el Dios de los cristianos va mucho más allá que el Dios de los filósofos. No solamente es Creador sino que es Amor. 
  • Coyne (sobre el ajuste fino del Universo): Es un hecho científicamente aceptado que, si alguna de las principales constantes físicas tuviera un valor ligeramente (en algunos casos ligerísimamente distinto), el Universo tal y como lo conocemos no hubiera existido. La teoría de los multiversos podría ser una alternativa a este ajuste fino en el sentido de que nuestro Universo no sería más que uno de los infinitos universos existentes, justamente el que posee las constantes físicas necesarias para el desarrollo de la vida tal y como la conocemos. El problema es que no es posible validad/refutar dicha teoría siguiendo el método científico. 
  • Dawkins: Si Dios no es necesario para explicar los fenómenos de la naturaleza y del mundo material, ¿qué sentido tiene creer en los milagros?
    • Coyne:  Dios interviene de manera directa muy pocas veces a lo largo de la historia. Los milagros también forman parte del plan de salvación para la humanidad. No podemos llegar a entender plenamente cómo y por qué Dios interviene en la creación través de los milagros pero lo que sí sabemos es que normalmente Dios actúa a través de causas segundas. Si no fuera así, no sería posible la ciencia ya que las leyes físicas se verían constantemente alteradas y no habría forma de realizar ninguna prediccion. 
 


domingo, 23 de agosto de 2020

Adán, Eva y el poligenismo

Los resultados obtenidos en los últimos años en diferentes ramas científicas (antropología, genética, linguística,...) favorecen la hipótesis de que el Homo Sapiens se originó en África hace unos 140 000 - 200 000 años y, desde allí, se expandió al resto de la Tierra sustituyendo al resto de las especies de Homo existentes (Hipótesis de la migración de África). Por su parte, la Iglesia Católica nos habla de un pecado original, cometido por nuestros primeros padres (1), causa de la existencia del mal en el mundo y que nos inclina a pensar que la raza humana se originó en un único lugar y a partir de una única pareja. Si bien tanto las teorías científicas como la Verdad revelada en la Biblia parecen coincidir en lo que se refiere a un único lugar de origen, la idea de la aparición de una única pareja de humanos en lugar de una población más numerosa es difícil de reconciliar con las teorías evolucionistas. Mientras la ciencia sugeriría un origen monofilético de la especia humana (originada a partir de una población ancestral común), la tradición católica estaría más cercana a un origen monogenético (una única pareja).

 La Encíclica Humani Generis (Pío XII, 1950) se suele citar como claro ejemplo de la defensa del monogenismo. No obstante, una lectura cuidadosa de la misma permite llegar a la conclusión de que la Encíclica no rechaza un origen de grupo sino que, simplemente, indica que no es evidente encajarlo con la idea de unos primeros padres. Así lo corroboran algunos investigadores que han podido tener acceso a los primeros borradores de la Encíclica, quienes aprecian una sucesiva suavización del lenguaje para no llegar a pronunciarse de manera dogmática sobre el tema del monogenismo (2,3).

 En la web de la Sociedad de Científicos Católicos aparece publicada una reseña del profesor Kenneth W. Kemp, catedrático de Filosofía en la Universidad St. Thomas en Minnesota, sobre el libro de S. Joshua Swamidass, biólogo de la Universidad de Washington, titulado "The Genealogical Adam & Eve" (2).

Entre otros aspectos, el libro aborda uno de los grandes temas que es aún motivo de debate abierto: el posible monogenismo de la especie humana. Desde la publicación de la Humani Generis ha habido varios intentos por parte de teólogos católicos de reconciliar el monofiletismo con la visión tradicional del pecado original. Una de estas aportaciones es la del propio profesor Kemp quien, en 2011, propuso un escenario en el que Dios insufla un alma racional a una pareja de un grupo de primates que hubiera alcanzado un desarrollo cognitivo adecuado. Los descendientes de dicha pareja surgirían tanto de las relaciones entre ellos como de las relaciones con el resto de primates del grupo. El hecho de que los primeros seres humanos con un alma racional surjan dentro de un grupo más numeroso da solución al problema de la existencia de un grupo diferenciado constituido solamente por dos personas, algo difíclmente aceptable desde un punto de vista evolutivo.

En este escenario, no obstante, se podrían plantear las siguientes preguntas:

  • Durante un tiempo coexistirían tanto seres humanos "racionales" (aquéllos a quienes se insufló el alma) y seres humanos "biológicos". El profesor Kemp sugiere que, al cabo de un determinado número de generaciones y tras sucesivos procesos de mestizaje, los seres racionales terminarían por poblar la Tierra, cumpliéndose de esta manera lo que dice la Biblia acerca de que todo ser humano es descendiente de una primera pareja. No obstante, existen grandes incertidumbres sobre el tiempo que debería transcurrir hasta obtenerse un mestizaje completo y, por tanto, en que época deberon vivir nuestros primeros padres y si esto coincide con lo que uno espera de los registros paleontológicos.
  • ¿Fueron los primeros seres "racionales" capaces de expandirse por todos los rincones de la Tierra para favorecer dicho mestizaje? Si esto no hubiera sido posible, ¿quiere esto decir que los integrantes de las tribus que han vivido aisladas de todo contacto con la civilización no tienen la categoría de seres humanos? Los registros paleontológicos encontrados hasta la fecha parecen indicar que, efectivamente, el Homo Sapiens fue capaz de poblar toda la Tierra hace miles de años (4).
  • Puesto que el proceso de mestizaje implica la relación entre seres racionales y no racionales, ¿constituiría tal proceso un acto de zoofilia? Este problema se resolvería si, en lugar de una distincion entre seres "biológicos" y seres "racionales", se distinguiera entre seres humanos "racionales" y seres humanos "teológicos", siendo estos últimos aquéllos a los que se habría insuflado el alma y tendrían un conocimiento directo de Dios. En este supuesto ambos colectivos tendrían la categoría de seres humanos, entendiendo como tales aquellos seres con capacidad de raciocinio y libre albedrío. No obstante, esto iría directamente en contra de la doctrina de la Iglesia Católica quien afirma que el raciocinio y el libre albedrío son dos de las potencias del alma y, por tanto, no es posible concebir seres humanos racionales sin alma. En este contexto, el profesor Rubén Herce en (3) sugiere la hipótesis de la existencia de un aislamiento reproductivo "cultural" según el cual los primeros "humanos" se reconocerían mutuamente como distintos y tenderían a relacionarse solamente entre ellos.
  • Referencias:

(1)  Catecismo de la Iglesia Católica. Punto 396-412

(2) https://www.catholicscientists.org/idea/adam-eve-evolution

(3)https://www.unav.edu/documents/6709261/7026503/monogenismoypoligenismo.pdf

(4)https://es.wikipedia.org/wiki/Origen_de_los_humanos_modernos#/media/Archivo:Spreading_homo_sapiens_la.svg

 

 

domingo, 5 de enero de 2020

La estrella de Belén. ¿Realidad o ficción?

Conforme nos vamos acercando al 21 de diciembre de 2020, es cada vez más frecuente leer en los medios de comunicación noticias acerca de la conjunción entre Júpiter y Saturno. Ese día, los dos planetas estarán tan próximos en nuestra línea de visión (una quinta parte del diámetro de la luna llena), que apenas se podrá distinguir uno del otro a simple vista. Una conjunción tan cerrada es un fenómeno poco frecuente. De hecho, los dos planetas no habían estado tan cerca desde hace 400 años y desde el 4 de marzo de 1223 no ocurría en el cielo nocturno.

El evento astronómico que, en tan sólo un par de días, vamos a tener la oportunidad de disfrutar es una excelente ocasión para releer esta entrada acerca de la estrella de Belén, publicada en este blog la noche de Reyes de 2020.

"Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo

 
Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías.«En Belén de Judea, –le respondieron–, porque así está escrito por el Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel». 

Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y cuando lo hayáis encontrado, avisadme para que yo también vaya a rendirle homenaje». 

Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron".

Así da comienzo el segundo capítulo del Evangelio de San Mateo. Es la única referencia que tenemos en los evangelios canónicos del archiconocido pasaje de los Reyes Magos. Para un astrofísico creyente, estos versículos son especialmente emotivos ya que hablan de cómo unos estudiosos del cielo son capaces de llegar a Dios a través de su trabajo. Además, de todas las personas que fueron a visitar al Mesías, solamente dos gremios profesionales aparecen de manera explícita en las Escrituras: los pastores y los astrónomos.

La pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez es: ¿Existió realmente la estrella de Belén? Y si existió, ¿qué fue realmente? Sería pretencioso a la vez que ingenuo intentar explicar todo lo relacionado con la estrella de Belén en unas pocas líneas. Basta echar un vistazo a las miles de entradas que podemos encontrar en Google sobre este tema. En cualquier caso, intentaré aportar mi granito de arena al tema.

  • ¿Qué objeto astronómico pudo haber sido la estrella de Belén? 
    • Nova
Como primera hipótesis podríamos pensar en un objeto que, repentinamente, aumenta su brillo. En esta categoría se incluyen las novas, sistemas compuestos por dos estrellas muy cercanas, siendo una de ellas una enana blanca que "roba" material a su compañera. Este "engorde" de la enana blanca producirá una explosión que dará lugar a un repentino aumento de brillo.


Representación artística de una nova. Créditos: NASA/CXC/M.



Explosión de una nova (izquierda) comparado con el brillo antes de la explosión (derecha).


En la época del nacimiento de Jesús, era en el Lejano Oriente, en particular en China, donde se realizaban las observaciones astronómicas más sistemáticas y detalladas. Existen registros astronómicos de un objeto que apareció en el 5 AC, originalmente clasificado como cometa, cuyo brillo fue visible durante 70 días. para el que no se reporta ningún cambio en su posición. Es muy probable que este objeto fuera una nova, erróneamente clasificado como cometa debido a la dispersión óptica que ocurre en los objetos muy brillantes. Existen diferentes ejemplos de este fallo de clasificación en los registros astronómicos chinos. En particular, la supernova de 1572 (SN 1572) fue clasificada de manera equivocada como un cometa.

El brillo del objeto es otro argumento a favor de su posible naturaleza como nova. Aunque no se proporciona ninguna información sobre su intensidad, el hecho de que su brillo disminuyera al menos cinco magnitudes en unos 70 días está de acuerdo con su posible clasificación como una nova clásica.

El propio Kepler pensaba que la estrella de Belén era una nova aunque llegó a esta conclusión siguiendo un planteamiento erróneo. Mientras observaba la conjunción de Marte, Júpiter y Saturno de 1604 (ver más abajo la sección sobre conjunciones para saber más sobre este tipo de fenómenos), Kepler observó la explosión de una estrella (la supernova SN 1604) y pensó que el nacimiento de esta nueva estrella era fruto de la conjunción planetaria. De esta manera llegó a la conclusión de que la conjunción del año 7 AC debió haber producido igualmente una nueva estrella: la estrella de Belén. Hoy sabemos que esta argumentación es errónea y que las explosiones de novas y supernovas no tienen ninguna relación con las posiciones relativas de los planetas en el cielo.


    • Supernova
En la misma categoría de objetos que cambian de brillo se encuentran las supernovas En estos objetos el aumento de brillo es mucho mayor (de cientos de miles de veces el brillo original) y son mucho más infrecuentes que las novas. De hecho, la última explosión de una supernova en nuestra galaxia tuvo lugar en 1604 y es conocida con el nombre de supernova de Kepler.

La gran energía liberada durante la explosión de una supernova hace que ésta sea claramente visible durante la noche e, incluso, a plena luz del día. Debido a esto, no es difícil encontrar registros de explosiones de supernova a lo largo de la historia. Una de las más famosas es la SN 1054 (la supernova del Cangrejo), la cual fue visible durante 23 días y 653 noches a partir del mes de julio del año 1054.

No obstante, el hecho de que no haya registro de explosiones de supernova durante la época del nacimiento de Cristo parece indicar que éste no fue el origen de la estrella de Belén.

Nebulosa del Cangrejo, remanente de la supernova que explotó en el año 1054 (Cŕeditos: NASA, ESA, J. Hester and A. Loll (Arizona State University)


    • Cometa
Una tercera posibilidad es que la estrella fuera un cometa. De hecho así se nos muestra en muchas de las representaciones de los Reyes Magos, incluyendo alguna de las pinturas más conocidas como es la Adoración de los Reyes Magos de Giotto. Muy probablemente el maestro italiano se inspirara en la aparición del cometa Halley en 1301, tres años antes de que Giotto pintara esta escena.





Los astrónomos chinos registraron dos cometas en los años cercanos al nacimiento de Jesús, en el 5 AC y 4 AC, respectivamente. No obstante, en la cultura romana y judía, los cometas normalmente se asociaban a malos presagios por lo que no parece lógico vincularlo con el nacimiento del Mesías. 

  • Alineación planetaria
Una alineación se define como el posicionamiento en el cielo de más de dos objetos siguiendo una línea imaginaria.
 

                     
  Ejemplo de alineación.Fuente: Universe today.

Algunos autores han sugerido que la "estrella" no fue un único objeto sino un conjunto de estrellas asociadas. Mientras los detractores de esta hipótesis argumentan que Mateo cita cuatro veces la palabra "estrella" y, en todos los casos, en singular, los partidarios de la misma sugieren que el Evangelista bien pudo utilizar el término de manera retórica, tomando la parte por el todo, y referirse a un grupo de estrellas utilizando la palabra en singular.

 
  • Conjunción planetaria
Una conjunción se define como  el posicionamiento de dos objetos celestes separados por muy poca distancia (con muy poca diferencia entre sus longitudes eclípticas, según la definición formal)  

Conjunción planetaria. Posición de Júpiter (más brillante) y Saturno (más débil, arriba a la izquierda) el 1de diciembre de 2020. Fuente: Federación de Asociaciones Astronómicas de España.

La hipótesis de la conjunción daría respuesta a una de las preguntas más comunes sobre la estrella de Belén: si realmente fue un objeto espectacular y brillante, ¿cómo es que nadie en Judea, ni Herodes ni ninguno de sus asesores, la vieron y hubo que esperar a la llegada de los Magos? Tanto en una conjunción como en una alineación no hay un aumento de brillo de los objetos. Aún más, solamente los estudiosos del tema pueden predecir cuando la siguiente conjunción / alineación tendrá lugar.

Por otro lado, a diferencia de los cometas, las conjunciones / alineaciones eran consideradas como portadores de buenos augurios, no solamente por los pueblos paganos sino también por el pueblo judío que, si bien consideraba la astrología como una blasfemia ya que el hecho de que las estrellas tuvieran inflluencia en el futuro chocaba frontalmente con la idea de un Dios omnipotente, sí que consideraban los objetos celestes como signos de Dios, tal y como se dice en Génesis 1:14

"Dios dijo: «Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años".

¿Ocurrió alguna conjunción en los años del nacimiento de Jesús? La respuesta es afirmativa.

    • La conjunción de Kepler. 
Johannes Kepler, haciendo uso de sus leyes sobre el movimiento de los planetas,  predijo una conjunción de Júpiter y Saturno en el año 7 AC. El hecho de que Júpiter fuera considerado como el "planeta de los reyes" y Saturno como el "protector de los judíos" añadió sin  duda una importante carga simbólica a la conjunción y la asoció claramente al nacimiento del Mesías, el rey de los judíos.

En este contexto simbólico habría que tener en cuenta asimismo la profecía de las setenta semanas de Daniel 9:24

"Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos".

Entendiendo las semanas tal y como aparece en Levítico 25:8,

"Deberás contar siete semanas de años –siete veces siete años– de manera que el período de las siete semanas de años sume un total de cuarenta y nueve años".

y sabiendo la época del exilio judío en Babilonia, los 490 años de las "setenta semanas" de la profecía se corresponderían aproximadamente con la época de la conjunción. Puesto que Daniel estuvo en la corte de Babilonia, es más que probable que los Magos conocieran la profecía y la cercanía de la conjunción les hiciera ponerse en marcha hacia Jerusalén.

Además de su carga profética y simbólica, otro aspecto destacado de la conjunción lo constituye el hecho de que fueron realmente tres conjunciones separadas tan sólo unos pocos meses (finales de mayo, septiembre y principios de diciembre del año 7 AC). Éste es un fenomeno bastante infrecuente (en promedio ocurre una vez cada 180 años) y que, sin duda, atrajo la atención de los Magos.

    • ¿Hubo otras conjunciones en la época del nacimiento de Jesús?
La conjunción de Kepler no fue la única que ocurrió en las fechas del nacimiento del Mesías. Un año despues, en 6 AC, hubo una conjunción de Júpiter, Marte y Saturno con una separación máxima de 8 grados entre los tres planetas, lo que implicaba que los objetos aparecieran muy cercanos en el cielo. Al igual que el caso anterior, este tipo de fenómenos es muy infrecuente, teniendo lugar cada decenas o centenares de años.

Mucho más espectacular incluso fue la serie de cuatro conjunciones que tuvieron lugar durante los años 3 AC - 2 AC. Estos fenómenos coincidieron con las celebraciones del 750 aniversario de la fundación de Roma y fueron intepretados como un signo de la grandeza del Imperio Romano en general y del emperador César Augusto en particular. No obstante, ninguna de ellas podría asociarse a la estrella de Belen si nos basamos en el dato de que Herodes el Grande falleció en el año 4 AC, aunque si podrían ser tenidas en cuenta si, tal y como otros autores sugieren, la muerte de Herodes tuvo lugar el 1 AC.

  • ¿Y si la "estrella de Belén" realmente no existió y fuera simplemente un mito? 
Algunos autores sostienen que Mateo no se refería a ningún acontecimiento astronómico extraordinario sino que la referencia a la estrella de Belén tenía un carácter puramente simbólico. No hay que olvidar que el Evangelio de San Mateo se dirige principalmente a los judíos y establece numerosas conexiones con el Antiguo Testamento. En este sentido, la referencia a la "estrella" serviría para dar cumplimiento a la profecía de la estrella que se relata en Números 24:17. Además Mateo es el único de los evangelistas que relata el pasaje de los Magos. Resulta particularmente extraño que San Lucas, el evangelista con mayor rigor histórico, no lo incluyera. Una posible explicación de esta ausencia del texto de los Magos en los otros Evangelios lo podemos tener en el hecho de que en la época en la que éstos fueros escritos no existían los estándares y la metodología que se utiliza en la actualidad en la investigación periodística, histórica o científica.

¿Pudiera ser que la historia de los Magos fuera simplemente un texto mitológico? Podría ser. Sin embargo, hay un detalle que no encaja en esta hipótesis. Los protagonistas de la historia que nos narra Mateo no son unos personajes tomados al azar. Lo Magos son estudiosos del cielo, encargados de intepretar los fenómenos que allí ocurrían.

Por tanto, aunque no podemos descartar al 100% la posibilidad de que la historia de la estrella de Belén fuera solamente un mito, todo parece indicar que realmente algo ocurrió en el cielo, quizás algo sutil, no visible o entendible para todo el mundo y que solamente un pequeño grupo de sabios, los Magos, fueron capaces de intepretar el mensaje que se estaba transmitiendo. Esto encajaría perfectamente en el "perfil bajo" de la entrada de Dios en la Historia a través del nacimiento de Cristo. Dios no se manifiesta a las élites de Grecia y Roma sino a los pastores, uno de los colectivos más despreciados de la época. Asimismo, el anuncio a la comunidad religiosa de Israel no se hace a los sumos sacerdotes sino a un anciano (Simeón) y a una profetisa (Ana) de una tribu sin trascendencia en la historia de Israel y a los que, muy probablemente, nadie hizo caso o incluso escuchó.

  • ¿Y si la estrella de Belén fue un milagro? 
Supongamos que la estrella fue puesta en el cielo "directamente" por Dios para anunciar el nacimiento de su Hijo. En este caso, si la estrella de Belén fue algo que apareció de manera milagrosa, que desapareció después de cumplir su misión, que nunca antes fue vista y que no se verá nunca más en el futuro,  la ciencia tiene poco que decir ya que los milagros trascienden el ámbito del método científico. En particular, los milagros no cumplen uno de los pilares básicos de la ciencia como es la reproducibilidad de los fenómenos observados, esto es, la capacidad de repetir un determinado experimento, en cualquier lugar y por cualquier persona.

Si bien nada nos dice que la estrella de Belén no fuera realmente un milagro, el hecho de que la gran mayoría de las veces Dios se manifiesta siguiendo las leyes de la naturaleza, nos hace pensar que la estrella fue realmente un fenómeno natural.


  • ¿Realmente es importante saber si la estrella de Belén existió realmente?

Es lógico y natural el interés de los creyentes por saber si la estrella de Belén fue un objeto real y si la ciencia puede aportar información sobre la misma. Asimismo es entendible el interés por cuantificar el rigor histórico de los hechos relatados por la Biblia. Sin embargo, el creyente no debe caer en la visión simplista de considerar que el cristianismo depende única y exclusivamente del grado de certeza que la ciencia puede aportar sobre la Biblia. Llegados a este punto es necesario recordar que la Biblia no es ni un libro científico ni histórico. Si así fuera habría quedado obsoleta hace siglos y no seguiría teniendo en la actualidad la misma vigencia que cuando fue escrita. 

Más allá de la naturaleza física de la estrella, el creyente puede aprovechar el relato de los Magos para hacerse preguntas de un calado más profundo. Mateo nos dice que, cuando vieron al Niño, "se llenaron de inmensa alegría" y que, "cayendo de rodillas, lo adoraron". Los creyentes del siglo XXI, ¿somos capaces de encontrar a Jesús en el mundo que nos rodea? Si es así, ¿qué actitud tomamos? ¿Somos lo suficientemente humildes para adorarle? Y aún más importante, el encuentro con Jesús, ¿nos cambia tal y como ocurrió con los Magos?.


Referencias: