sábado, 7 de mayo de 2022

La Iglesia católica sigue contribuyendo al progreso científico en pleno siglo XXI

Como se ha comentado en anteriores entradas, el principal objetivo de este blog es demostrar que la ciencia y la religión católica no solamente pueden coexistir sino que se ayudan mutuamente en la búsqueda de la verdad. Ambas suman y no restan. La idea del conflicto ciencia-fe es algo superado desde hace décadas a nivel académico (no existe ningún departamento universitario en el mundo que tenga una línea de trabajo que defienda esta idea) y solamente se mantiene a nivel de calle gracias a las informaciones sesgadas y partidistas de ciertos lobbies mediáticos y la publicación de libros por parte de grupos como el Nuevo Ateísmo, libros con un marcado carácter cientifista en donde la ciencia se usa como mera excusa para la transmisión de una ideología. 

También en anteriores entradas se ha destacado la estrecha unión que durante siglos ha tenido la Iglesia con la ciencia (ver por ejemplo la entrada sobre Iglesia y Universidad) y la relevancia que monjes y sacerdotes católicos han tenido en el desarrollo de algunas ramas de la ciencia. Entre los nombres más conocidos podríamos citar a Copernico y su teoría heliocéntrica; Steno, considerado el padre de la Geología; Mendel, padre de la Genética o la extensa lista de jesuitas científicos que han realizado a lo largo de los siglos contribuciones extraordinariamente relevantes en diferentes disciplinas científicas. Entre ellos, dejándome llevar por mi sesgo astronómico, podríamos citar a Angelo Secchi, uno de los pioneros de la Astrofísica y creador de las bases del sistema que se utiliza en la actualidad para clasificar las estrellas. Quizás el ejemplo más cercano en el tiempo que se nos viene a la mente sea el de George Lemaître, padre de la teoría del Big-Bang, quien realizó contribuciones fundamentales a la Cosmología durante la primera mitad del siglo XX. No obstante, la pregunta que nos puede surgir es: han pasado más de 50 años desde la muerte de Lemaître. Ahora, en pleno siglo XXI, ¿sigue la Iglesia católica realizando contribuciones de especial relevancia para la ciencia? La respuesta es afirmativa. 

El Observatorio Vaticano es uno de los observatorios más antiguos del mundo. Sus orígenes datan del siglo XVI cuando el Papa Gregorio XIII introdujo la reforma del calendario. A finales del siglo XIX fue refundado por el Papa León XIII como respuesta a los intensos ataques que acusaban a la Iglesia católica de posicionarse en contra del progreso científico y de ser un freno para éste. A fecha de hoy, el Observatorio Vaticano, cuya plantilla está formada íntegramente por sacerdotes jesuitas y que cuenta con decenas de colaboradores laicos distribuidos en diferentes países, funciona como cualquier otro observatorio astronómico produciendo resultados que permiten avances en diferentes campos de la Astrofísica. Es posible encontrar un resumen anual de las actividades del Observatorio Vaticano en el siguiente enlace

Hace tan sólo unos días, dos miembros del Observatorio Vaticano, Matteo Galaverni y Gabriele Gionti han publicado en la prestigiosa revista Physical Journal un artículo en el que sugieren un escenario matemático alternativo para explicar los primeros instantes del universo, en particular el comportamiento de la gravedad durante esos momentos. 

Una de las hipótesis que se han propuesto para esos primeros instantes del universo es el de la inflación cósmica, que sugeriría una expansión ultrarrápida del mismo (de un tamaño subatómico hasta la mitad de la distancia entre la Tierra y el Sol en tan sólo 10–33 segundos). Para que esto ocurriera, es necesario asumir que la ley de la gravedad en estos primeros instantes presentaba un comportamiento mucho más complejo de lo que predice la Teoría General de la Relatividad de Einstein. Para ello se han propuesto diferentes teorías siendo la teoría de Brans-Dicke, una de las mas aceptadas. En su artículo, Galaverni y Gionti han demostrado que esta teoría presenta ciertas incompatiblidades con la Teoría de la Relatividad General y proponen un nuevo marco matemático no contemplado hasta la fecha para explicar el comportamiento de la gravedad en estos primeros instantes y que podría dar lugar a una revolución en nuestra comprensión del universo primigenio. 


Resumen del artículo publicado en Physical Journal


Como los propios autores advierten, su artículo es una aportación más a la ansiada unificacion del mundo de la relatividad general con el mundo cuántico y el planteamiento matemático que ellos han desarrollado debe verse confirmado (o rechazado) con datos observacionales. No obstante, el artículo constituye un excelente ejemplo de cómo, en pleno siglo XXI, la Iglesia católica sigue aportando su granito de arena al conocimiento del mundo que nos rodea, algo que, desde siempre, se ha visto como un medio de conocer mejor a Dios. Baste recordar las palabras de Steno: "uno peca contra la majestad de Dios si es reacio a examinar las obras de la naturaleza."

A continuación enumero una serie (no completa) de enlaces a medios digitales que se han hecho eco de esta noticia. 


 



El Observatorio Vaticano. Sede histórica en Castelgandolfo (arriba) y sede científica en el Monte Graham (Arizona, EEUU) (abajo). 



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