domingo, 1 de noviembre de 2020

¿Por qué el relato de la creación que describe la Biblia es tan diferente a lo que nos cuenta la ciencia? ¿A quién debemos creer?

La pregunta que da título a esta entrada es la obvia que surge a poco que uno haya leído los dos primeros capítulos del Génesis y haya oído alguna noticia acerca de los avances sobre el origen y la evolución del Universo. El número de discrepancias entre las dos versiones es tan elevado que uno podría pensar que se enfrenta a un dilema, de tal manera que la aceptación de una de las posturas, bien la de la ciencia, bien la de la Biblia,automáticamente implicaría el rechazo de la otra. 

Veamos, sin embargo, que esto no tiene que ser así y que ambos relatos son perfectamente compatibles.

 

¿Qué nos dice la Cosmología sobre el origen del universo?

A fecha de hoy, el modelo que mejor explica los primeros instantes del universo es el modelo del Big Bang. Según este modelo, la materia, la energía, el espacio y el tiempo surgieron a partir de una singularidad hace unos 13 800 millones de años. En dicha singularidad la temperatura y la presión son infinitas y las leyes de la física que conocemos carecen de sentido.

No pretendo, ni mucho menos, dar una descripción detallada de la historia, logros y retos del modelo del Big Bang. Tan sólo citaré un par de detalles curiosos. 

  • Aunque el concepto de "gran explosión" puede ser adecuado como símil para visualizar de manera intuitiva el origen del universo, este concepto presenta grandes diferencias conceptuales con lo que realmente ocurrió. En una explosión se produce un movimiento rápido de la materia en un espacio preexistente a partir de un punto central. Ni materia ni espacio existen en el momento del Big Bang. 
  • La física nos permite entender con relativa seguridad los eventos que han ocurrido desde que el universo tenía aproximadamente una billonésima de segundo. Antes de eso pudo producirse una expansión exponencialmente rápida denominada inflación. Pero esto es solamente una teoría. Antes incluso, en la época de Planck (10⁻⁴³ segundos), los efectos cuánticos dominaban a todas las escalas y no podemos entenderlos por carecer de una teoría válida que combine cuántica y relatividad. Por tanto, la física actual y el modelo del Big Bang no nos permite abordar el instante inicial pero sí entender bastante bien todo lo que ocurrió a partir de una billonésima de segundo hasta la actualidad. 

 

¿Qué nos dice la Biblia sobre el origen del universo?

En comparación con el relato científico, la descripción de los primeros instantes del universo según la narración de hechos que se describe en la Biblia (por ejemplo, el relato de la creación en seis días que se describe en Génesis 1), se nos antoja simple e incluso con un cierto aroma a cuento infantil. 

Podríamos pensar, por tanto, que la balanza se decanta claramente a favor del relato científico. No obstante, esto sería un error ya que la comparación se realiza en base a una premisa equivocada: la Biblia NO es un libro de ciencia y, por tanto, no podemos leer el Génesis como si de un libro científico se tratara. 


 ¿Por qué la Biblia no es un libro científico y, por tanto, no podemos leerlo como tal?

Veamos a continuación tres aspectos que nos indican esta realidad.

  •  La Biblia no es un libro científico porque carece de rigor científico en la descripción de los fenómenos físicos. Basta con una lectura rápida al primer relato de la creación para identificar incongruencias evidentes:
    • Dijo Dios: "Haya luz", y hubo luz. Vio Dios que la luz era buena y separó Dios la luz de la tiniebla. Dios llamó a la luz "día" y a la tiniebla la llamó "noche". Hubo tarde y hubo mañana: día primero (Gen 1:3-5)
    • Dios hizo las dos grandes lumbreras -la lumbrera mayor para regir el día, y la lumbrera menor para regir la noche- y las estrellas. Hubo tarde y hubo mañana: día cuarto.(Gen 1:16,19) 
¿Cómo es posible que el primer día hubiera "día" y "noche" si el Sol, la Luna y las estrellas no se crearon hasta el cuarto día?
 
    • Dijo Dios: "produzca la tierra hierba verde, plantas con semilla y árboles frutales. Hubo tarde y hubo mañana: día tercero (Gen 1: 11,13) 
 Al igual que antes parece cuando menos extraño hablar de la creación de los seres vegetales el tercer día cuando el Sol no se crea hasta el cuarto día. ¿Cómo se podía realizar el proceso de fotosíntesis en ausencia de sol?

Las discrepancias no acaban aquí ya que, en realidad, no hay un único relato de la Creación sino dos. En Génesis 2 se nos habla de una secuencia temporal totalmente distinta a la de Génesis 1. En el segundo relato, Dios crea primero al hombre y posteriormente el entorno donde viviría (el jardín del Edén), a los animales y, finalmente, a la mujer. 

Desde el punto de vista del rigor científico, estos dos relatos caen por su propio peso. Sería como si se tomara un libro de Física, en una página apareciera una fórmula para la atracción gravitatoria entre cuerpos y, en la página siguiente, una fórmula totalmente distinta. No daríamos ningún tipo de credibilidad a dicho texto. Pero, recordemos: la Biblia no es un libro científico.
  • La Biblia no es un libro científico porque no tiene "fecha de caducidad". Pensemos en un libro de cirugía escrito en el siglo XIX. Muy probablemente los conceptos básicos sean correctos pero las técnicas descritas habrán quedado obsoletas desde hace décadas. El libro podrá ser una pieza de museo pero, con toda seguridad, no se utilizará como libro de texto en ninguna Facultad de Medicina del mundo. Por el contrario, el mensaje de la Biblia es tan válido ahora como en la época de Cristo o cuando Moisés bajó del monte Sinaí con las Tablas de la Ley.
  • Y, finalmente, la Biblia no es un libro científico simplemente porque,en la época en la que fue escrita, el concepto de científico (al igual que el de móvil, lavadora, wifi o cualquier otro que podamos imaginar) simplemente no existía. Hay que esperar a la primera mitad del siglo XIX para que aparezcan los primeros científicos tal y como los entendemos en la actualidad, esto es, profesionales que se dedican al estudio de los fenómenos de la naturaleza utilizando el método científico.  
 Los relatos de la Creación que aparecen en el Génesis tienen como principal objetivo transmitir verdades religiosas y no científicas. Hay que tener en cuenta el contexto social e histórico en el que, muy probablemente, tuvo lugar la escritura de los relatos del Génesis: el exilio de Babilonia (siglo VI a.C), en donde el ambiente altamente paganizado que se respiraba representaba una clara amenaza para la continuidad de las tradiciones judías. Por tanto, la principal preocupacion de los sacerdotes judíos era religiosa y no física o biológica. No podemos leer el Génesis en dichos términos.
 
Los propios escritores del Génesis eran plenamente conscientes de que el segundo relato entraba en clara contradicción con el primero. Y esto es así porque, para ellos, el relato de la creación no es una mera descripción de hechos sino que, a través de un relato simbólico, se rebelaba algo mucho más profundo y grande.
 
 

 Entonces, ¿qué nos enseña la Biblia y qué nos enseña la ciencia? 

El relato de la Creación que nos narra la Biblia nos enseña que:
  • Existe un creador (Dios).
  • El hombre tiene un papel privilegiado en la historia de la creación: ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Eso le confiere un valor infinito a su dignidad y a su vida.
  • El hombre, haciendo un mal uso de su libertad, decidió separarse de Dios pero la Biblia nos muestra el camino para volver a Dios.
     
  • La creación es el resultado de un plan inteligente. El Universo existe para que haya vida y vida racional hecha a imagen y semejanza de Dios.
  • La creación es un proceso ordenado que sigue unas reglas. De hecho, gracias a los fenómenos de la naturaleza se rigen por reglas, es posible que exista ciencia.
  • Observando el cielo, el hombre se dio cuenta de que había cinco astros (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno) que no seguían la inmutable periodicidad del resto de los cuerpos celestes lo que hizo que fueran considerados como dioses por ciertas cosmogonías de la antigüedad. Por el contrario, la Biblia nos dice que nada de lo existente en la naturaleza es un dios en sí mismo sino creaciones de Dios. Esto podría explicar por qué la creación del Sol y la Luna se retrasa hasta el cuarto día.

Nada de lo anterior puede ser demostrado por la ciencia a través del método científico. 

Por su parte, la ciencia explica cómo son y cómo funcionan las cosas y se esfuerza en desentrañar las leyes de la naturaleza. Nada de este conocimiento se puede alcanzar a través de la Biblia. 

Por tanto, no hay contradicción entre ciencia y fe. Ambas disciplinas dan respuestas a preguntas distintas. Así se ha expresado la Iglesia Católica durante décadas como lo demuestran, por ejemplo, los siguientes documentos papales:

“Al no ser el fin de la revelación enseñarnos la constitución material del Universo, la Biblia habla de estas cuestiones con frecuencia utilizando un lenguaje figurado, adecuado al modo común de percibir los fenómenos.”  

                    (Encíclica Providentissimus Deus, León XIII, 1893)

 

"La cosmogonía y la cosmología han suscitado siempre un vivo interés entre los pueblos y en el campo de las religiones. La Biblia misma nos habla del origen del universo y de su constitución, no para ofrecernos un tratado científico, sino para señalar las justas relaciones del hombre con Dios y con el universo. La Sagrada Escritura quiere decir sencillamente que el mundo ha sido creado por Dios y, para enseñar esta verdad, se expresa con los términos de la cosmología usual en tiempos del que escribe. Por otra parte, el libro sagrado quiere hacer saber a los hombres que el mundo no ha sido creado como morada de los dioses, tal como lo enseñaban otras cosmogonías y cosmologías, sino que ha sido creado al servicio del hombre y para gloría de Dios. Cualquier otra enseñanza sobre el origen y la formación del universo es ajena a las intenciones de la Biblia, la cual no quiere enseñar cómo ha sido hecho el cielo, sino cómo se va al cielo".

            (Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias, S. Juan Pablo II 1981)

 

"La Biblia no quiere enseñar cómo ha sido hecho el cielo, sino cómo se va al cielo". No hay mejor manera de concluir esta entrada del blog.   

 


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